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El avance vertiginoso de la tecnología comienza a erosionar la línea entre la satisfacción de preferencias y la violación de privacidad. Como resultado, tecnologías como las cookies de terceros han empezado a resentir la creciente preocupación por la protección de datos.
Y gracias a las regulaciones en materia de seguridad digital y privacidad del usuario, se estima que éstas comenzarán a desaparecer. De hecho, 2022, podría ser el año en que presenciaremos una eliminación gradual de las llamadas cookies.
¿Te interesa saber cómo esto impacta en la forma cómo compartimos y obtenemos información por parte de terceros? Enseguida te presentamos algunos puntos que debes tomar en cuenta para comprender el fenómeno que aboga por la privacidad digital.
Cuando hablamos de cookies, nos referimos a una tecnología de las últimas décadas, generalmente instaurada en websites. Éstas constituyen ficheros de datos que las páginas web envían a tu computadora en cuanto las visitas.
Tales ficheros cuentan con una función doble:
recordar accesos de un usuario específico y conocer sus hábitos de navegación
. La primera es sumamente útil pues nos ahorra la necesidad de iniciar sesión cada vez que accedemos a un website.
La segunda función ayuda a las empresas a ofrecernos publicidad más acorde a nuestros gustos. Sin embargo, ésta implica necesariamente, el acceso a la información personal de nuestro navegador.
Esta última es la razón por la que las cookies representan una de las tecnologías más polémicas de los tiempos recientes. Y es que, con frecuencia, los usuarios nos vemos forzados a aceptar el uso de cookies desde la aparición del disclaimer:
“Este sitio web utiliza cookies con la finalidad de ofrecerte información relevante. Por favor, acepta las cookies para una atención óptima”. Y si bien, solemos tener la opción de rechazar la oferta,
hay ocasiones en las que esta opción ni siquiera es viable.
La mayoría de las ocasiones sí lo es. Sin embargo, por el diseño del sitio, suele resultar más sencillo aceptar, en lugar de acceder a la configuración de preferencias. Esto, especialmente, para quien no tiene una noción clara de qué son exactamente las cookies.
Así mismo, existe un número determinado de cookies que se clasifican según, bien, consentimiento, finalidad u objeto de aplicación. Las primeras son las que podemos controlar pues dependen de nuestro permiso para activarse o no.
Dicho así, las
cookies de consentimiento
son el punto de partida para clasificar el resto de cookies con que podemos encontrarnos. Éstas tienen dos tipos: cookies exceptuadas, que no requieren consentimiento del usuario, y cookies no exceptuadas.
Las cookies no exceptuadas son
a las que podemos impedir el acceso mediante la configuración de preferencias
. Algunos ejemplos de cookies no exceptuadas son las cookies de terceros, cookies de seguimiento, cookies de publicidad, etc.
Igualmente, las cookies pueden clasificarse según la entidad que se encargue de gestionarlas. Éstas pueden clasificarse como: cookies propias (las propias al website que visitamos) y cookies de terceros (pertenecientes a dominios de interacción no directa).
Otra forma de clasificar estas tecnologías es mediante el tiempo que permanecen activas. Siendo las cookies de sesión las que caducan tras el abandono del navegador web por parte del usuario. Y las cookies persistentes, que permanecen incluso tras este periodo.
Finalmente, tenemos la clasificación por finalidad. Los tipos con los que nos podemos encontrar con más frecuencia son:
Son las que permiten al usuario navegar por un sitio web, plataforma o aplicación.
Almacenan ajustes que el usuario puede modificar según sus necesidades, tales como el idioma del sitio.
Sirven para determinar el uso que un usuario está dándole a determinado sitio web.
Son las que reúnen información sobre ti para ofrecerte publicidad más acorde a tu perfil de compra.
Tal como mencionamos, las cookies han provocado polémica desde mucho antes que se consolidaran como un mecanismo común. Con los años,
las personas se preocupan cada vez más por la seguridad de sus datos, y las cookies les parecen un riesgo
.
Esta es una de las razones por las que el gigante Google ha tomado la decisión de eliminar las cookies. Y no, no se trata de una iniciativa inconclusa, ya tiene fecha estimada: 2023 será el año en que esta tecnología deje de funcionar en el navegador más famoso.
Para conseguirlo, se apoyarán en las especificaciones del proyecto titulado “Privacy Sandbox”. Éste abarca un grupo de estándares que buscarán proteger la privacidad de los usuarios, mientras garantiza la personalización de anuncios.
Se planea que el proyecto se complete en dos fases, con la primera dando inicio a mediados de este año.
Si bien esto pudiera representar un avance en materia de seguridad informática, lo cierto es que también plantea nuevos retos. Las empresas están preocupadas porque ahora
deberán buscar otras alternativas mediante las que acercarse a su audiencia.
En este sentido, uno de los consejos más valiosos es reorganizar tu estrategia a partir de los datos proporcionados por cookies. Lo primero es entender que, aunque desaparezcan, la información que nos han facilitado hasta ahora es igualmente valiosa.
Usa esta información para determinar, por ejemplo, cuáles son los contextos que definen a tus mejores clientes. Al saber qué tipo de contenidos tiene mayor presencia en tu audiencia, cuentas con una ventaja para una planeación futura.
Esto no significa que vayas a quedarte sin otras opciones. Por supuesto, es importante que tu nueva estrategia aproveche al máximo herramientas para recopilar datos. Por mencionar algunas, puedes remitirte a la ID universal, o bien, a la publicidad contextual.
La desaparición de cookies se avecina velozmente y representa una transformación al mundo del marketing digital actual. Por ello es importante mantenernos informados y prepararnos para
generar estrategias
que respondan adecuadamente a este cambio.
¿Qué te parece? ¿Has estimado el impacto que la desaparición de cookies representará para ti o tu empresa? Asegúrate de mantenerte al día de cada actualización para reaccionar con la respectiva premeditación.